viernes, 19 de junio de 2009

245 AÑOS...








Cae la noche en la ciudad de San Felipe y Santiago de Montvideo.
Mas, este diecinueve de Junio no es un día más.
Tras los enormes muros de la joven ciudad sureña, los pobladores se preparan a finalizar la jornada.
No lo saben, no lo imaginan, tampoco los sospechan, pero a partir de este día un nuevo viento de agitación comenzará a gestarse desde su seno.
Iniciará como suave brisa, como los tenues y fríos vientos que soplan desde el junio otoñal, cuando cobre vigor y entereza serán incontenibles.
Llegará para sacudir cada uno de los rincones de Banda Oriental, anidará en la historia presente y futura.
Logrará perpetuarse con bríos de gloria y las generaciones venideras reconocerán en ese viento indomable e implacable, un pampero libertario que unificará voluntades, e irá derrumbando muros.
Esta ciudad que ya apaga sus luces y se apresta para pernoctar, no es capaz de advertir que en este día, llamado a ser el punto bisagra de su existencia, les ha nacido un guía.
Se aproxima el momento en que esta tierra con dependencia española comenzará a reclamar identidad, cultura, tierra y nombre propio.
Ese pequeño que ahora es amamantado, acunado y protegido por sus familiares, prontamente incitará las mentes de los criollos con una idea republicana teñida de azul, blanca grandeza estimulará su espíritu y roja será la sangre derramada para sostener estas utopías libertarias.
Oleadas tricolores desatarán su furia rumbo al sur, avanzando tierra tras tierra, persiguiendo y aterrorizando al godo que temblará al haber excitado su enojo.
No habrá lugar donde esconderse cuando el Jefe de los Orientales decididamente logre avizorar su destino.
Ese caudillo sin parangón que la fortuita y sabia naturaleza acaba de reglarles en este día, echará por tierra la heterogeneidad social, no habrá raza que exista en estas tierras que no se una a la causa.
Él pintará sus caras con colores aguerridos, les hará soñar libertad, orientalidad y federación.
Cuando sean patria andante, él los llevará a cuestas por los sinuosos caminos que conducen al norte, nadie querrá separase de su sombra protectora, luminosa y contenedora.
Cuando devenga el tiempo del cobarde traidor y a sus espaldas golpeteen las tristes realidades de la derrota su pueblo seguirá sus pasos.
En la noche más oscura, en la más profunda incertidumbre, a su lado habrá esperanzas, porque nada existirá que logre doblegar su espíritu.
Será mejor para ellos morir de pié, porque él les infundirá en sus mentes y corazones que no han nacidos para ser esclavos, y ante ningún invasor se rendirán.
Cuando el exilio lo llame, se alejará, otras tierras lejanas verán sus amaneceres, el tiempo teñirá sus cabellos de blanco y las arrugas acompasarán su fisonomía.
Regresará a su tierra, ya inmortalizado y este pueblo que ahora descansa tras los muros, saldrá a recibirle, le nombrarán padre de la Patria y sus hijos orgullosos recorrerán cada una de las páginas que escribió e imprimió en el colectivo popular.

Quisiera poder regalarte otro final, quisiera poder contarte al oído que ese bendito sueño de libertad, motivo de tus desvelos... Es real.
Que ni la lucha, ni la entrega fueron en vano.
Que esta atmósfera rebosante de vientos independentistas que generaste, hoy se respira en plenitud.
Que el logro ha dejado de ser utópico, e inexorablemente tiene tus colores grabados, tus frases y tus hechos.
Quisiera que Blanes me regalara una pintura, mostrándote en la plaza central rodeados por tus compatriotas, de una américa unificada, haciéndote eco de sus voluntades.
Con ese pueblo, tu pueblo, con el que desarrollaron esa seducción mutua que los amalgamó durante toda tu existencia, la vívida y la mítica.


Estas amarillentas líneas, cargadas con aquel peso historico y vigente, están dedicadas a los orientales de Artigas que un día desafiando la niebla, el frío y la lluvia, se convocaron en el corazón de Montevideo.
En nuestra querida plaza Independencia para decirle: No.
A cada uno de esos pétalos, de la rosa oriental que unificaron sus corazones en repudio al traslado de los restos de nuestro único jefe.
Y en lo personal el agradecimiento por haberme hecho vivir uno de los momentos más emotivos de mi existencia.
Nadie sabe que rumbo tendrán los planes actuales, todo hace pensar que seguirán su curso, aún a espaldas de los designios del soberano.
Lo que sí sé, y en aquella fría mañana se impregnó en mi espiritu, es saber que no existe decreto gubernamental que logre sacar de nuestros corazones al Protector de los Pueblo Libres.



Los jinetes de Artigas cabalgan al sur, han escuchado el llamado de su Jefe.
Y vos... ¿Te vas a quedar en casa?...
18 de Julio de 2009. Marcha Presente mi General.