lunes, 13 de abril de 2009

AMANTES.

Estoy jugando con fuego, se dijo.
Él sabía que embarcarse en aquella demencia podía dejarlo atrapado como al ratón tras su cebo.
Su espíritu estaba mal herido y su pensamiento pletórico de ella, sin quererlo y sin notarlo respiraba a ella, olía a ella.
Sudaba su pensamiento, el próximo paso sería irreversible, si continuaba no habría vuelta atrás, no para un alma que no podía preservarse del amor, a pesar de su dureza, su entereza y su creencia personal.
No había conseguido encontrar las armas que le permitieran liberarse de aquello que rondaba su mente.
Todos aquellos pensamientos prohibidos que tomaban diferentes rutas confluían en solo punto, ella.
Llegó al hotel, entusiasmado, como estudiante el primer día de clase, pidió una habitación, el tercer piso le aguardaba.
Casi tan presuroso como llegó, tomó la llave e inició la marcha rumbo al ascensor.
El corto trayecto de viaje lo halló de frente al espejo, con la algarabía dibujada en sus labios, el interminable tiempo de espera estaba llegando a su fin.
Por un momento cruzó por su mente el "después", entonces se volvió para no verse reflejado, como si le pidiera a su imagen que no propusiera interrogantes de las cuales no tenía respuestas.
Consultó su reloj, para que aquellos pensamientos punzantes se alejaran, quince minutos pasaban de las diez.
La cita que estaba pautada para las once.
Sabía que la espera sería larga. Cuando se hubo duchado, con las gotas de agua cayendo sobre sus hombros se dispuso a buscar ubicación en la cama.
Corrió la roja cortina, antes de hacerlo, observó la inmensidad de la noche, de la ciudad que ya se preparaba para descansar, contempló las mil estrellas que titilaban frente a sus ojos, oxigenó de aire sus pulmones.
Encendió un cigarrillo para amenizar la espera, el silencio reinaba. Solo él, sus recuerdos, el azul del cigarrillo elevándose, perdiéndose en el techo.
Cuando la colilla ya casi quemaba sus dedos, volvió a la realidad, se inclinó para apagar prácticamente el filtro que aún humeaba, logró ver sobre la mesa de luz algo escrito.
Había dos iniciales, H y D, enmarcadas en un corazón, y debajo esgrimía: " JAMAS TE OLVIDARE", rayado sobre la mesa, como si alguien lo hubiera escrito con la imperiosa necesidad de que perdurara sobre aquella lustrosa madera.
Sin duda estigma de una noche de pasión oculta, cuantas cosas encerraban aquellos escritos deficientes y desprolijos.
Dos letras, un corazón deformado y un breve texto, con un dejo de despedida provisoria o permanente, eso estaría en el corazón de los amantes, atrevidos, desafiantes del amor que habían perdido la razón embrigándose con la copa del deseo y habían sido derrotados.
¿Que enlutados recuerdos atarían aquellas mentes?
Mientras rondaban esas incertidumbres por su cabeza sintió dos golpes en la puerta. Incapaz de quebrantar el silencio, aguardó.
El pestillo de la puerta fue accionado desde el exterior, la tenue luz que ofrecía la luna le ayudó a comprender que aquel rostro que sigilosamente se acercaba hacia la cama, era el que había añorado, soñado y extrañado largamente.
Se arrodilló sobre el lecho para no perder detalle de la delicada fisonomía que veía caer desde sus sienes una enrulada mata de pelo que armonizaba aún más, el lineamiento de un rostro casi perfecto.
Y aún en la penumbra divisar el brillo intransferible de unos ojos ávidos por verlo.
Él, con la cara externa de la mano izquierda acarició aquellas ondulaciones marcadas en la suave cabellera, y luego fueron ambas palmas.
Subiendo desde la punta de los cabellos, hasta morir en el rostro, hasta posar sus yemas en la fina y delicada piel el rostro, para con sus pulgares recorrer sus comisuras hasta morir en el punto céntrico de los labios.
Supo que era ella, entonces sobrevino un largo abrazo, llevando muy suavemente la mano abierta hacia la base de la nuca de su visitante nocturna que había llegado a iluminar su solitaria nocturnidad.
Le enorme luna que brillaba desde lo alto conformando un terceto cómplice además de brinadar cansina luminosidad, otorgando a aquel interior un romanticismo supremo e indescriptible, prometía no quebrantar el silencio y esconder como tesoro el secreto pecaminoso que les estaba carcomiendo los cuerpos y las mentes.
Los ropajes que los cubrían ya formaban parte de la geografía de aquella pintura, que bien podía lograr inspirar a los pinceles más encumbrados.
Los besos prohibidos que habían rezagado el tiempo estaban llegando a destino, uno a uno y las caricias.
Las caricias que recorrían aquellos cuerpos, los abrazos apretados que se adeudaban, se liberaron sin medida
Cada uno de los poros de sus humanidades, ahora unificadas, parecían ser volcanes preparándose para erupcionar, gigantes naturales que parecían haber vuelto a despertar del letargo con el roce de la piel añorada.
Con una suavidad inusitada apenas se divisaba el movimiento pélvico bajo las delicadas sábanas, desde la distancia podían verse como caricias, como dulces palabras, melodiosas músicas que sólo lograban arrancar inaudibles quejidos placenteros de boca de los amantes.
Nada más ceremonioso, nunca algo tan protocolar.
Simulando dos cuerpos de cristal amándose, cuidándose, protegiéndose.
El momento de la explosión natural los halló amalgamados, unidos, transpirados, gozosos.
La brisa nocturna desde el exterior acarició la cortina naturalmente, como si nada pasara, ignorando completamente que en el interior de aquellas paredes el pacto vedado, silencioso de amor a escondidas se había cerrado...
Alocadamente su móvil rompió en alocada música, él despertó, buscó con sus ojos a la inspiradora de la noche, a quien compartiera su cama.
A nadie halló, estaba solo...
Desconcertado cerró la tapa del celular al leer el mensaje que le ofrecía excusas desesperadas, por no haber podido venir a la cita.

7 comentarios:

  1. ...sueños, sueños y mas sueños que nos alimentan el alma y la vida misma… que belleza, que perfección puede alojarse en nuestras mentes para crearlos, tan reales, tan exactos, tan tangibles como deseados…
    Sonia N.F.

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  2. Esto es más que un sueño roza la realidad, y la toca. Es el anhelo de muchos hombres y mujeres plasmado en un verosímil relato. Pablo ha sabido transmitir pensamientos, sentimientos que se esconden... pasión que busca desesperadamente su camino, la belleza de dos cuerpos que se funden en un encuentro aún no definido. Está escrito con una simpleza especial, delicadeza única, en un marco de pureza, naturalidad y visión inesperada.

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  3. ¡Cuanto calor en vuestra piel!, cuando vengo por aquí me coge el asombro por lo que encuentro. ¡Asombroso!
    Afectuosos saludos. Dulcinea del Toboso

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  4. TE VI , JUNTABAS MARGARITAS DEL MANTEL,YA SE QUE TE TRATE BASTANTE MAL,NO SE SI ERAS UN ANGEL O UN RUBI O SIMPLEMENTE TE VI.SUEÑO O REALIDAD?LAS LETRAS ROZAN LA MUSICA CASI SIEMPRE.

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  5. Hola hermoso lo que transmitis, en el senti mucha nostalgia por una historia vivida,que manera de describir ese momento. Tienen abilidad en lo que haces. Te felicito

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  6. Es un placer poder leer sus palabras...es un gran seductor con la escritura ya que se vuelve imposible para el lector abandonar sus historias sin llegar al final...le confieso que no soy una gran lectora pero me conquistaron sus narraciones.... le confieso que me convertir en una seguidora fiel de sus publicaciones... es un verdadero placer dejarse seducir por sus historias.. dejo aqui mi marquita! Saludos señor! MLG

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  7. CREO Q YA LEI ESTE CUENTO MAS DE 10 VECES , PERO NO PUEDO DEJAR DE HACERLO CADA VEZ QUE PASO POR ESTA PAGINA ,SIENTO TAN MIAS ESAS PALABRAS , ESE MOMENTO RELATADO Q ME ATRAPA UNA Y MIL VECES ,CADA VEZ Q VUELVO A LEER ESTA HISTORIA , MARAVILLOSA !!!!!! :)

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