sábado, 29 de agosto de 2009

PESADA CARGA.

Amarillentas y grises imágenes de tiempos pasados. Con los bordes resquebrajados por el paso de los años.
Aguardaban para ser devoradas por el fuego, en el interior de aquella valija marrón de cueros arrugados y desteñidos.
Cuando las rojas brazas desprendían calor, Angel se arrimó hasta la enorme boca de la estufa y lentamente comenzó a lanzar las viejas fotos a la hoguera.
Una a una como un ritual, las observaba, pensaba y recordaba antes de enviarlas con las rojas llamas, que parecían bestias hambrientas, esperando para engullir todo cuanto se presentara a su paso.
Conscientemente estaba enterrando su pasado, todo lo que había vivido volvía a su mente cual proyección al contemplar cada una, eran pedacitos de vida que se habían inmortalizado, al ser capturados por aquella máquina.
Los rostros que le observaban desde aquellos documentos históricos, eran queridos y muy añorados, ya no estaban en su vida...Ninguno de ellos.
Las mujeres con grandes sombreros y adornos, largos guantes que llegaban hasta los codos, vestidos largos y anchos, hablaban de una antigüedad remota.
Los hombres con los cortos cabellos engominados, trajes negros con rallas verticales, fino bigote y sombrero de la época.
Muchas de ellas habían sido atacadas por la humedad, se tornaba dificultando el intento de visibilidad, aún así a pesar de estar adheridas unas a otras, cuidadosamente las desmontaba para poder echarles la ojeada final antes de destruirlas.
Las despiadadas llamas continuaban engordando y no cesaban en su afán destructivo, poco les importaba si aquellas imágenes eran recientes o si tenían setenta u ochenta años, todas eran masticadas de la misma manera, con la misma ferocidad y sin miramientos.
Finalmente entró la madrugada y se hizo grande la noche, el rocío comenzó a regar los pastos en el exterior y el frío reinó.
Cuando las astillas cesaron de arder hasta la última foto había sido quemada, ni un solo vestigio del pasado perduró, todas, una a una habían sido alimento del fuego y Ángel logró dormirse, junto al calor, sobre la gruesa alfombra verde.
Llevaba su pasado como pesada mochila sobre sus hombros, siempre presente, hubiera preferido no tener tanta memoria, no saber, no ver.
Envejecía de golpe con tantos recuerdos golpeteando las puertas de sus pensamientos, fue que decidió deshacerse de todos ellos.
Al fin y al cabo decidió que no necesitaba tanta historia un chico de solo diecisiete años.

1 comentario:

  1. CADA UNO TIENE SU PASADO , CADA UNO LLEVA SU MOCHILA , AL LEER ESTO PENSABA EN LAS VECES Q QUISE HACER LO MISMO Q ANGEL , PERO DE LA MENTE NO SE BORRAN LOS RECUERDOS :( , BUENA HISTORIA "ADM"

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