jueves, 26 de marzo de 2009

APUESTA

El frío de la madrugada calaba los huesos y el fuerte viento invernal hacía inclinar las grandes copas de los árboles, unas gotas pequeñas y muy heladas comenzaron a desprenderse desde lo alto para caer en la tierra.Como el viento se mostraba persistente habían cerrado todas las puertas y ventanas.Aquella cantina a mitad de la campaña y la noche, albergaban en su interior a unas quince almas que observaban en silencio y expectantes aquella partida de naipes entre los dos hombres que disputaban, desafío mediante, a una mujer.Ella aguardaba sin emitir sonido, su destino era quedarse con uno de los dos.Lo decidirían la suerte de las cartas, solamente con una mano.El nerviosismo interno era acaparador, por un instante el tétrico frío parecía haberse marchado, cada tanto el viento soplaba desde las afueras, para recordar a los parroquianos que el invierno estaba instalado y que había llegado para no irse.La lluvia cobrando vigor, se mostraba ahora más inmensa y amenazante azotando los vidrios laterales.La concentración de los contrincantes era perpetua, solo se miraban a la cara, apenas ojeando sus cartas, el resto parecía ni respirar.Solo el constante embate del agua se escuchaba como fondo y la expectación crecía.Pensaban cada movimiento, cada jugada, cada carta arrojada a la mesa era como una moneda al vacío, la suerte de ellos se alojaba en cada naipe, no podía haber yerros, había que tomarse el tiempo para hacer la mejor elección.Los concursantes no reparaban en ello y antes de la jugada, se empinaban garganta abajo generosos tragos de caña que lograban estabilizar la temperatura corporal y sacarlos un poco de la realidad.La mujer aguardaba su suerte y comenzaba ya a impacientarse a sabiendas de que la resolución no llegaba.A medida que el mazo de cartas iba perdiendo cuerpo y peso la transpiración de los disputantes comenzaba a caer, deslizándose por sus frentes.Quedaban los instantes finales, la puja se estaba decidiendo en aquel recinto, al abrigo de la lluvia y la helada.La tensión cobraba ahora puntos elevadísimos, nadie quería perder detalle del encarnizado enfrentamiento entre aquellos dos hombres que habían decido probar suerte echando a la diosa fortuna el destino de aquella mujer.Finalmente el movimiento definitorio... Llegó.La última carta en juego decidiría al victorioso y dejaría sin asunto al perdedor, las demás personas siguieron con la vista aquel naipe esclarecedor...El hombre victorioso, apresuradamente se llevó a la boca aquella botella de licor, la suerte le había iluminado, su éxito le alegraba.Todos cuantos compartían el lugar volvieron sus ojos hacia la puerta.Desde el portal, la blanquecina muerte se iba del brazo del derrotado, que con la cabeza erguida y la mirada fija, era sabedor de que él mismo había edificado su destino.

2 comentarios:

  1. BRILLANTE, ESPECTACULAR... aunque sé de ese don, no dejo de maravillarme.

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  2. ...será que mi cabeza siempre piensa en otra cosa??? o es que vos sos un genio escribiendo y siempre acabas sorprendiendo con estos finales??? hermoso!!! ...sin mas palabras. Besitos

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